HEEEEY!!!!
Are you ready!!!!
Everybody say "CHIZU"!
One more say "CHIZU"!!!
ONE SHOT!!! Esto no será un One shot LOL
(Momento Baby xDDDDD)
oK~~ ESTOY DE VUELTA Porque no puedo pasarme el tiempo sin darmee una vuelta por este forito que tanto amo... Aunque lamentablemente creo que ya son poco los que se dan el paseito por aquí u____u Bueh~~~ Ahora vengo con una historia random de UKISS y vampiros y con un principio a lo Cenicienta xDDDDDDD pero bueno~ espero les gusteee el nombre de la protagonista pertenece a una buena amiga que amo
Titulo: “Peligroso”
Autora: Chizuru
Boyband/Género: U-KISS
Parejas: Principal; OT3 KevinxOFCxKiseop
¡Parejas secundarias una sorpresa!
Personajes: Integrantes actuales de U-KISS, OFC, OC’s.
Rating: K+/PG (Cualquier cambio será debidamente anunciado)
Tipo: Hétero, RP, AU, AR, songfic, fantasy, romance, amistad, angst, H/C, WAFF, drama, etc.
Disclaimer: Lamentablemente los integrantes de UKISS no me pertenecen (si me pertenecieran cuán feliz sería) El uso de sus nombres e imagen no implica sus deseos o pensamientos~ Y no persigo lucro ni fama (puede que un poco de fama ewe) al publicar este relato.
N/A: Bueno, esta es una extraña mezcla de cosas, que nació desde lo más profundo de mi mente y lo que más tiene es de mi propia cosecha, para adelantar, una chica vampiro, UKISS… romance, peleas, inesperadas sorpresas… Dedicado a todas las KissMes y especialmente a mi amiga Raissa que me inspiró para hacer a mi protagonista, esto no es exactamente lo que te había prometido, pero sé que te gustará :3
Capitulo 1: “Vampiro”
Abrió los ojos, como acostumbraba, después de haberlos mantenido cerrados por horas, como había aprendido de quienes la rodeaban. Desde pequeña ella los imitaba, quería ser como ellos, por lo que en las noches cerraba también sus ojos, aunque no conocía lo que era un sueño.
Ella nunca había sabido lo que era dormir, no tenía la necesidad de hacerlo, aunque tenía curiosidad de aquello que la gente a su alrededor llamaba sueños, algo que según la mujer que se hacía llamar su madre, ella jamás tendría.
Aquella mujer que se hacía llamar su madre, se encargaba de desmoronar sus ilusiones desde que tenía el recuerdo de conocerla.
No tenía muchos recuerdos de su infancia, había sido una época vivida hace tal vez mucho tiempo.
Recordaba al único hombre, y la única persona que en su vida había amado, con todas las fuerzas de su corazón. Su padre, un hombre de piel lozana y brillante, ojos melosos y sonrisa acogedora. Él único que la hacía sentir viva, la hacía ser como los demás.
Lo que más permanecía en su mente era esa sonrisa, algo hipnotizante. Con aquel simple gesto hubiera podido conquistar a todas y cada una de las mujeres en el mundo, mas él había elegido a solo una, la que casualmente no llevaría una buena relación con la única hija de este hombre.
- ¡Raissa!- Un grito remeció sus pensamientos-. ¡Raissa! ¡Despégate de esa cama monstruo holgazán!- Gritaba desde la planta baja, la mujer que desde hace unos años se hacía llamar su madre.
Desde el momento en que los ojos y la sonrisa de su padre se encontraron con los de la mujer que se hacía llamar su madre no pasó mucho tiempo para que pensaran en casarse. Entonces Raissa decía tener diez años.
La vida era apacible, no tenían problemas, aunque era obvio el odio y el miedo, de la mujer que se hacía llamar su madre, hacia Raissa. La chica no se acomplejaba demasiado por eso, tenía desde pequeña la intuición de que no sería bien recibida entre algunas personas.
Con aquella mujer que se hacía llamar su madre las cosas siempre fueron malas, ella nunca la aceptó ni la quiso, solo frente a su padre la mujer simulaba un dejo de cariño, dándole abrazos y haciéndole los mismos mimos que a su propia hija, pero al momento en que Ebeneizer, el padre de Raissa, les daba la espalda, no se dedicaba a hacer otra cosa que maltratarla con su rechazo y la discriminación de sus palabras, las cuales pronto fue utilizando su hija, Rikka.
Los años pasaron, para nada alegres, aunque su padre era capaz de robarle algunas sonrisas, sin que Rikka y su madre se enteraran. Pero esas sonrisas se acabaron para siempre en una trágica noche.
Era invierno y la nieve cubría los senderos, algo curiosa aquella fría noche, Raissa decidió seguir los pasos de su padre, se escabulló fuera de casa, conociendo al único ser como ella que alguna vez hubiera visto en toda su vida, además de su propio padre.
Aquel ser de movimientos elegantes y mirada oscura tenía una riña con su padre, tuvo por primera vez el instinto de atacar. Su cuerpo se sentía hervir, sus colmillos se sentían algo más puntiagudos y sus ojos se llenaban de ira, la cual fue desatada junto a la tristeza en un grito, al ver el cuerpo de su padre caer a los pies de su contrincante, quien huyó tras ver en los ojos de la chica.
Corrió hasta el cuerpo, tomando el rostro ensangrentado entre sus manos, su padre estaba manchado tanto de su propia sangre como de sangre ajena, por primera vez sintió el deseo de la sangre, cubrió su nariz, no quería esos instintos en ella, ese aroma desataba sus emociones, las cuales ella no deseaba.
Estaba devastada, la única persona en la que alguna vez había confiado estaba a punto de morir.
- Tranquila pequeña… No somos tan fáciles de matar…- Explicó con dificultad-. Debes huir, corre, antes de que él te alcance…- Indicó, la chica se levantó de inmediato-. No te acerques a nadie, es la primera vez que hueles sangre humana, si te acercas a alguien puedes hacerle daño, ¿y no queremos eso, o si pequeña?- Ella sacudió su cabeza de un lado a otro, cubriendo aún su nariz-. Huye y enciérrate en tu habitación… Por la mañana estaré en casa y te daré un delicioso desayuno.- Prometió.
Raissa corrió con toda la fuerza de sus piernas.
Abrió sus ojos, los había mantenido cerrados mientras se vestía entre recuerdos.
- Papá, no cumpliste tu promesa.- Susurró mirando al cielo.
Ató su cabello en una cola baja, se vio al espejo, su piel pálida, sus ojos grises, su cabello largo y oscuro, sus labios y mejillas con el rosado artificial, otorgado por el maquillaje.
Bajó lentamente las escaleras. Sobre la mesa esperaba su esperada bolsa metálica. Rompió el sello con sus propios dientes y bebió el líquido en su interior.
- Mmm… Tipo A.- Dijo relamiendo sus labios.
Era un ejercicio algo frío, desde aquella vez en la que por primera vez olió sangre humana, la única manera de controlar su hambre era precisamente bebiendo sangre, aunque por supuesto, ella nunca se atrevería a matar, por lo que permitía que la mujer que se hacía llamar su madre, quien casualmente era enfermera, le llevara a diario una bolsa de sangre, robada de los donativos voluntarios.
Tras varios años había aprendido a reconocer los tipos de sangre, sus texturas e incluso podía intuir la edad del donante.
- Tu hermana se ha ido, se te hace algo tarde… Vete.- Le ordenó sin mirarla.
- ¿Tarde?-
- En quince minutos empiezan tus clases.- Mordió una tostada.
- ¿Qué? ¿Por qué no llamaste antes?-
- Tú no te mueves de esa cama, monstruo holgazán, ¿que sería de ti si fueras humana?-
Molesta le enseñó sus colmillos y corrió fuera de casa.
Para su suerte tenía la capacidad de correr a toda velocidad. En solo tres minutos había llegado a la escuela en la que estudiaba, la cual quedaba a varios kilómetros de casa.
Caminó lentamente hasta su salón, una vez en el establecimiento. Los chicos en cada rincón la admiraban, sin embargo pocos se le acercaban.
Aunque ella no lo reconociera, era guapa. Alta, delgada, de piel nívea, cabello largo, oscuro y ondulado, ojos grandes, delineados por sus espesas y oscuras pestañas, expresión triste y misteriosa. Muchos soñaban con hacerla sonreír.
Se sentó junto a su única amiga, que a pesar de serlo, no conocía su secreto. Le dedicó una mirada cálida a modo de saludo, recibiendo una amable sonrisa como respuesta.
Sentía los ojos sobre ella, pero intentaba no prestarles atención.
Entre sus compañeros ella no buscaba llamar la atención, lamentablemente lo hacía. Tenía un imán para humanos, según la mujer que se hacía llamar su madre, era porque los monstruos como ella utilizaban ese atractivo para la caza.
Pero Raissa no quería cazar, no quería ser como era, no quería usar maquillajes ni beber sangre, ella no quería ser un vampiro.
Odiaba esa palabra. Odiaba recordar el nombre de su especie, vampiros, nunca había conocido a uno como ella, además de su padre, y aquel ser que le quitó lo único bueno de su vida. Desde entonces, su única referencia habían sido las películas, que los mostraban como monstruos, tal y como su madrastra decía.
Ella no quería serlo, Raissa deseaba ser humana, deseaba cerrar sus ojos y poder soñar.
Are you ready!!!!
Everybody say "CHIZU"!
One more say "CHIZU"!!!
ONE SHOT!!! Esto no será un One shot LOL
(Momento Baby xDDDDD)
oK~~ ESTOY DE VUELTA Porque no puedo pasarme el tiempo sin darmee una vuelta por este forito que tanto amo... Aunque lamentablemente creo que ya son poco los que se dan el paseito por aquí u____u Bueh~~~ Ahora vengo con una historia random de UKISS y vampiros y con un principio a lo Cenicienta xDDDDDDD pero bueno~ espero les gusteee el nombre de la protagonista pertenece a una buena amiga que amo
Titulo: “Peligroso”
Autora: Chizuru
Boyband/Género: U-KISS
Parejas: Principal; OT3 KevinxOFCxKiseop
¡Parejas secundarias una sorpresa!
Personajes: Integrantes actuales de U-KISS, OFC, OC’s.
Rating: K+/PG (Cualquier cambio será debidamente anunciado)
Tipo: Hétero, RP, AU, AR, songfic, fantasy, romance, amistad, angst, H/C, WAFF, drama, etc.
Disclaimer: Lamentablemente los integrantes de UKISS no me pertenecen (si me pertenecieran cuán feliz sería) El uso de sus nombres e imagen no implica sus deseos o pensamientos~ Y no persigo lucro ni fama (puede que un poco de fama ewe) al publicar este relato.
N/A: Bueno, esta es una extraña mezcla de cosas, que nació desde lo más profundo de mi mente y lo que más tiene es de mi propia cosecha, para adelantar, una chica vampiro, UKISS… romance, peleas, inesperadas sorpresas… Dedicado a todas las KissMes y especialmente a mi amiga Raissa que me inspiró para hacer a mi protagonista, esto no es exactamente lo que te había prometido, pero sé que te gustará :3
Capitulo 1: “Vampiro”
Abrió los ojos, como acostumbraba, después de haberlos mantenido cerrados por horas, como había aprendido de quienes la rodeaban. Desde pequeña ella los imitaba, quería ser como ellos, por lo que en las noches cerraba también sus ojos, aunque no conocía lo que era un sueño.
Ella nunca había sabido lo que era dormir, no tenía la necesidad de hacerlo, aunque tenía curiosidad de aquello que la gente a su alrededor llamaba sueños, algo que según la mujer que se hacía llamar su madre, ella jamás tendría.
Aquella mujer que se hacía llamar su madre, se encargaba de desmoronar sus ilusiones desde que tenía el recuerdo de conocerla.
No tenía muchos recuerdos de su infancia, había sido una época vivida hace tal vez mucho tiempo.
Recordaba al único hombre, y la única persona que en su vida había amado, con todas las fuerzas de su corazón. Su padre, un hombre de piel lozana y brillante, ojos melosos y sonrisa acogedora. Él único que la hacía sentir viva, la hacía ser como los demás.
Lo que más permanecía en su mente era esa sonrisa, algo hipnotizante. Con aquel simple gesto hubiera podido conquistar a todas y cada una de las mujeres en el mundo, mas él había elegido a solo una, la que casualmente no llevaría una buena relación con la única hija de este hombre.
- ¡Raissa!- Un grito remeció sus pensamientos-. ¡Raissa! ¡Despégate de esa cama monstruo holgazán!- Gritaba desde la planta baja, la mujer que desde hace unos años se hacía llamar su madre.
Desde el momento en que los ojos y la sonrisa de su padre se encontraron con los de la mujer que se hacía llamar su madre no pasó mucho tiempo para que pensaran en casarse. Entonces Raissa decía tener diez años.
La vida era apacible, no tenían problemas, aunque era obvio el odio y el miedo, de la mujer que se hacía llamar su madre, hacia Raissa. La chica no se acomplejaba demasiado por eso, tenía desde pequeña la intuición de que no sería bien recibida entre algunas personas.
Con aquella mujer que se hacía llamar su madre las cosas siempre fueron malas, ella nunca la aceptó ni la quiso, solo frente a su padre la mujer simulaba un dejo de cariño, dándole abrazos y haciéndole los mismos mimos que a su propia hija, pero al momento en que Ebeneizer, el padre de Raissa, les daba la espalda, no se dedicaba a hacer otra cosa que maltratarla con su rechazo y la discriminación de sus palabras, las cuales pronto fue utilizando su hija, Rikka.
Los años pasaron, para nada alegres, aunque su padre era capaz de robarle algunas sonrisas, sin que Rikka y su madre se enteraran. Pero esas sonrisas se acabaron para siempre en una trágica noche.
Era invierno y la nieve cubría los senderos, algo curiosa aquella fría noche, Raissa decidió seguir los pasos de su padre, se escabulló fuera de casa, conociendo al único ser como ella que alguna vez hubiera visto en toda su vida, además de su propio padre.
Aquel ser de movimientos elegantes y mirada oscura tenía una riña con su padre, tuvo por primera vez el instinto de atacar. Su cuerpo se sentía hervir, sus colmillos se sentían algo más puntiagudos y sus ojos se llenaban de ira, la cual fue desatada junto a la tristeza en un grito, al ver el cuerpo de su padre caer a los pies de su contrincante, quien huyó tras ver en los ojos de la chica.
Corrió hasta el cuerpo, tomando el rostro ensangrentado entre sus manos, su padre estaba manchado tanto de su propia sangre como de sangre ajena, por primera vez sintió el deseo de la sangre, cubrió su nariz, no quería esos instintos en ella, ese aroma desataba sus emociones, las cuales ella no deseaba.
Estaba devastada, la única persona en la que alguna vez había confiado estaba a punto de morir.
- Tranquila pequeña… No somos tan fáciles de matar…- Explicó con dificultad-. Debes huir, corre, antes de que él te alcance…- Indicó, la chica se levantó de inmediato-. No te acerques a nadie, es la primera vez que hueles sangre humana, si te acercas a alguien puedes hacerle daño, ¿y no queremos eso, o si pequeña?- Ella sacudió su cabeza de un lado a otro, cubriendo aún su nariz-. Huye y enciérrate en tu habitación… Por la mañana estaré en casa y te daré un delicioso desayuno.- Prometió.
Raissa corrió con toda la fuerza de sus piernas.
Abrió sus ojos, los había mantenido cerrados mientras se vestía entre recuerdos.
- Papá, no cumpliste tu promesa.- Susurró mirando al cielo.
Ató su cabello en una cola baja, se vio al espejo, su piel pálida, sus ojos grises, su cabello largo y oscuro, sus labios y mejillas con el rosado artificial, otorgado por el maquillaje.
Bajó lentamente las escaleras. Sobre la mesa esperaba su esperada bolsa metálica. Rompió el sello con sus propios dientes y bebió el líquido en su interior.
- Mmm… Tipo A.- Dijo relamiendo sus labios.
Era un ejercicio algo frío, desde aquella vez en la que por primera vez olió sangre humana, la única manera de controlar su hambre era precisamente bebiendo sangre, aunque por supuesto, ella nunca se atrevería a matar, por lo que permitía que la mujer que se hacía llamar su madre, quien casualmente era enfermera, le llevara a diario una bolsa de sangre, robada de los donativos voluntarios.
Tras varios años había aprendido a reconocer los tipos de sangre, sus texturas e incluso podía intuir la edad del donante.
- Tu hermana se ha ido, se te hace algo tarde… Vete.- Le ordenó sin mirarla.
- ¿Tarde?-
- En quince minutos empiezan tus clases.- Mordió una tostada.
- ¿Qué? ¿Por qué no llamaste antes?-
- Tú no te mueves de esa cama, monstruo holgazán, ¿que sería de ti si fueras humana?-
Molesta le enseñó sus colmillos y corrió fuera de casa.
Para su suerte tenía la capacidad de correr a toda velocidad. En solo tres minutos había llegado a la escuela en la que estudiaba, la cual quedaba a varios kilómetros de casa.
Caminó lentamente hasta su salón, una vez en el establecimiento. Los chicos en cada rincón la admiraban, sin embargo pocos se le acercaban.
Aunque ella no lo reconociera, era guapa. Alta, delgada, de piel nívea, cabello largo, oscuro y ondulado, ojos grandes, delineados por sus espesas y oscuras pestañas, expresión triste y misteriosa. Muchos soñaban con hacerla sonreír.
Se sentó junto a su única amiga, que a pesar de serlo, no conocía su secreto. Le dedicó una mirada cálida a modo de saludo, recibiendo una amable sonrisa como respuesta.
Sentía los ojos sobre ella, pero intentaba no prestarles atención.
Entre sus compañeros ella no buscaba llamar la atención, lamentablemente lo hacía. Tenía un imán para humanos, según la mujer que se hacía llamar su madre, era porque los monstruos como ella utilizaban ese atractivo para la caza.
Pero Raissa no quería cazar, no quería ser como era, no quería usar maquillajes ni beber sangre, ella no quería ser un vampiro.
Odiaba esa palabra. Odiaba recordar el nombre de su especie, vampiros, nunca había conocido a uno como ella, además de su padre, y aquel ser que le quitó lo único bueno de su vida. Desde entonces, su única referencia habían sido las películas, que los mostraban como monstruos, tal y como su madrastra decía.
Ella no quería serlo, Raissa deseaba ser humana, deseaba cerrar sus ojos y poder soñar.